CAPÍTULO 10: “NO CODICIARÁS”

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CAPÍTULO 10
“NO CODICIARÁS”
Cuando una idea se desprende de la Mente Divina ya contiene en sí todo lo que pueda ser necesario para su desarrollo. No se concibe que Dios sea capaz de idear y mandárnoslo incompleto, para que nos devanemos los sesos y nos volvamos locos buscando una solución que sólo Él conoce! Eso será propio de un Crucigrama hecho especialmente para matar el tiempo; pero jamás de la infinita Sabiduría, Amor y Justicia, tratándose, muy especialmente, de la evolución de una vida que Él mismo ha ocasionado.
El Universo está basado en el orden. La armonía perfecta entre todas sus partes es comprobable a la simple vista del sol, y la tierra girando para recibir toda ella el beneficio que él dispensa.
Cuando se adquiere este conocimiento, ya jamás vuelve a faltar nada que sea necesario. Cuando a ti te sobra algo, es porque hay otro que lo está necesitando.
La naturaleza detesta el vacío. El propio aire, el “espacio”, está pleno de átomos de todas las especies esperando la oportunidad de formar algo en el momento oportuno.
La vida vive buscando la oportunidad de animar. Este es su cometido y ella no desperdicia una rendija favorable para introducirse. Deja tú un potecito de tierra en cualquier lugar que pueda recibir humedad, y al poco verás asomar una espiguita verde. Si dejas un vaso con agua olvidado, no tardará en llenarse de larvas vivientes. Antes de que el vientre de una mujer conciba un hijo, todo está preparado en aquel para recibir el germen, para asegurarlo, para alimentarlo y protegerlo hasta poder entregar un ser humano íntegro y completo. El huevito de un insecto, un reptil o un ave encierra ya todo lo que requiere para su formación, una criatura minuciosamente equipada para desenvolverse en su reino apropiado. Igual cosa ocurre con semillas vegetales. Luego, si existe una tan amorosa voluntad; una tan prevista ternura, una atención tan esmerada y minuciosa para preparar y cuidar los detallitos que algún día irán a formar un hombre no puede a ese hombre faltarle nada; todo está previsto y todo ya creado a la disposición de ese hombre.
“No codiciarás” dice el Mandamiento. Es decir, no tienes que envidiar lo de otro, ni ansiarlo, ni resignarte a no poseerlo. El igual existe para ti y ya es tuyo. No tienes ni por qué lucharlo. Basta con pedirlo, reclamarlo, y dar las gracias de antemano, para que lo veas aparecer. ¿No lo dice bien claro la Biblia?

“EL QUE PIDE RECIBE, EL QUE BUSCA ENCUENTRA, EL QUE TOCA LE SERÁ ABIERTO”.

Y ¿por qué no lo tomas en serio? El tamaño de un anhelo o la medida de tu necesidad indican el grado de pujanza que está ejerciendo el regalo para entrar en tu vida. Porque es un regalo. No hay que pagarlo. Cuando sientes la necesidad, significa que ya está pagado o merecido. Ya le llegó el momento que esperaba y ya te llegó el momento de aprovecharlo. Pídelo, pero antes da gracias.
Puede que te venga por las vías naturales terrenas; o por mano amiga; o puede venirte como milagro. Puede caer de las nubes como me ocurrió a mí en una ocasión: que estando en New Orleans sin conocer un alma, se me agotó el dinero mientras esperaba un giro que se retardó. No me quedaba un céntimo en la cartera y era Sábado en la tarde. No había Banco abierto hasta el Lunes. Pero yo “conocí” la Verdad y la declaré: “Mi mundo contiene todo; no falta nada en la Creación. Gracias Padre que ya me has oído”. En ese momento vi un papel verde que revoloteaba en el viento de la calle y que venía hacia mí. Se me pegó en un tobillo, y al bajar la vista me di cuenta de que era un billete de cinco dólares. Sin duda se le escapó a alguien. Esperé con el billete en la mano por si notaba que alguno lo buscaba. Aquel dinero, en una forma milagrosa, me alcanzó hasta para pagar un taxi que me llevó al Banco el lunes, en donde me estaba esperando mi giro.
Los milagros no ocurren porque se haya quebrantado un Principio, como creían ingenuamente las iglesias, sino precisamente porque se echa mano a la acción del Principio; se le estudia, se conoce, se aplica el reglamento de la Ley, o sea, que se actúa de acuerdo con él; porque ningún Principio puede jamás inclinarse para condescender, ni doblegarse para hacer excepciones. Mi Maestro decía que si el Principio de Gravedad se detuviera un instante para impedir que un señor muy importante muriera al caer al suelo, después de haberse lanzado de un último piso, no sería un milagro sino el caos universal.


Bibliografía:
Metafísica 4-1 (CONNY MENDEZ)
Título:
“NO LEVANTARÁS FALSO TESTIMONIO”
Cap. 10 P.pp. 89-93 Ed. Octubre 1995

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