CAPÍTULO 1: CRISTIANISMO DINÁMICO

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METAFÍSICA
“4 en 1”

INTRODUCCIÓN
El presente librito está escrito en lo que ésta autora llama “Palabras de a Centavo”, o sea, en los términos más sencillos para que sea comprensible al que necesita conocer la Verdad de Dios y que no tiene conocimientos para poder digerir los textos de psicología y metafísica, tal como están escritos en castellano.
Cada vez que oímos o leemos algo nuevo, desconocido para nosotros, se desperezan células que estaban dormidas en nuestro cerebro. La segunda vez que tropezamos con aquella idea nueva la comprendemos un poquito mejor. Las células movidas comienzan a trabajar la idea, y al poco tiempo “se hace la luz” en nuestra mente, o sea, que aceptamos la idea, la adoptamos y la ponemos en práctica automáticamente.
Así es como vamos despertando. No es necesario hacer esfuerzos sobrehumanos para que nos penetren las cosas en la cabeza. Es un proceso natural; eso sí, hay que poner de nuestra parte la buena voluntad de releer, volver a releer y volver a leer hasta que sentimos que lo aprendido es automático. Eso es todo.
Lleva contigo, en tu cartera o tu bolsillo, un ejemplar de este librito. Pon otro en tu mesa de noche. Reléelos a menudo, sobre todo cada vez que se te presente un problema; cada vez que te enfrentes a una situación angustiosa o molesta, no importa cuál sea. Te va a ocurrir algo asombroso y es que el librito se abrirá en la página que te conviene consultar, y pensarás: “¿Parece que esto fue escrito para mí!”
Jesucristo dijo: “En la casa de mi padre hay muchas mansiones”.
La Metafísica es una de estas mansiones, o sea, el estudio de las leyes mental-espirituales. No se mete con el “espiritismo”, aunque éste último es también una mansión en la casa del Padre.
Que esta obrita te traiga toda la paz y la prosperidad que ha traído a tantos otros. Se te bendice.
C. M.


CAPÍTULO 1:

CRISTIANISMO DINÁMICO
Antes de emprender cualquier oficio que sea, el candidato que lo va a desempeñar recibe instrucciones o estudia la técnica del mismo. Sin embargo hay uno que emprende su comentido totalmente a ciegas, sin instrucciones, sin técnica, sin brújula, compás o diseño, sin nociones de lo que va a encontrar. Es el ser humano; que es lanzado a la tarea de VIVIR.
Sin saber siquiera qué cosa es La Vida; sin saber por qué algunas vidas transcurren en medio de la opulencia y las satisfacciones mientras otras las pasan en la miseria y el sufrimiento. Unas se inician con todas las ventajas que pueda idear el afecto y, sin embargo, las persigue un atajo de calamidades; y el ser humano se debate en conjeturas, todas erradas, y llega el día de su muerte sin que él haya adivinado, siquiera, la verdad respecto a todo esto.
Aprende la Gran Verdad: LO QUE TÚ PIENSAS SE MANIFIESTA. “Los pensamientos son cosas”. Es tu actitud la que determina todo lo que te sucede. Tu propio concepto es lo que tú ves, no solamente en tu cuerpo y en tu carácter, sino en lo exterior; en tus condiciones de vida: en lo material, sí, tal como lo oyes. Los pensamientos SON COSAS. Ahora verás.
Si tú tienes costumbre de pensar que eres de constitución saludable, hagas lo que hagas, siempre será saludable. Pero cambias tu manera de pensar; te dejas infundir el temor de las enfermedades y comienzas a enfermarte. Pierdes la salud. Si naciste en la riqueza, es posible que siempre seas rico; a menos que alguien te convenza de que existe “el destino” y comiences a creer que el tuyo puede cambiar de acuerdo con los “golpes y reveses” porque así lo estás creyendo. Tu vida, lo que te ocurre, obedece a tus creencias y a lo que expreses en palabras. Es una ley. Un principio. ¿Sabes lo que es un Principio? Es una ley invariable que no falla jamás. Esta ley se llama
EL PRINCIPIO DE MENTALISMO.
Si en tu mente está radicada la idea de que los accidentes nos acechan a cada paso; si crees que “los achaques de la vejez” son inevitables; si estás convencido de tu mala o buena suerte; lo que quiera que tú esperes normalmente, en bien o en mal, esa es la condición que verás manifestarse en tu vida y en todo lo que haces. Ese es el por qué de lo que te ocurre.
No se está jamás consciente de las ideas que llenan nuestra mente. Ellas se van formando de acuerdo con lo que nos enseñan, o lo que oímos decir. Como casi todo el mundo está ignorante de las leyes que gobiernan la vida, leyes llamadas “de la Creación”, casi todos pasamos nuestra vida fabricándonos condiciones contrarias; viendo tornarse malo aquello que prometía ser tan bueno; tanteando, como quien dice, a ciegas, sin brújula, timón, ni compás; achacándole nuestros males a la vida misma, y aprendiendo a fuerza de golpes y porrazos; o atribuyéndoselos a “la voluntad de Dios”.
Con lo que hasta aquí has leído, te habrás dado cuenta que el ser humano no es lo que te han hecho creer, o sea, un corcho en medio de una tempestad, batido aquí y allá según las olas. ¡Nada de eso! Su vida, su mundo, sus circunstancias, todo lo que él es, todo lo que le ocurre son creaciones de él mismo y de nadie más. Él es el rey de su imperio y si su opinión es, precisamente, que él no es sino un corcho en medio de una tempestad, pues así será. Él lo ha creído y permitido.
Nacer con libre albedrío significa haber sido creado con el derecho individual de escoger. Escoger ¿qué? El pensar negativa o positivamente. Pesimista u optimista. Pensando lo feo y lo malo –que produce lo feo y lo malo- o pensando lo bueno y bello, que produce lo bueno y bello en lo exterior o interior.
La Metafísica siempre ha enseñado que lo que pensamos a menudo pasa al subconsciente y se establece allí, actuando como reflejo. La psicología moderna, al fin, lo ha “descubierto”.
Cuando el ser humano se ve envuelto en los efectos de su ignorancia, o sea que se ha producido él mismo una calamidad, se vuelve hacia Dios y le suplica que lo libre del sufrimiento. El hombre ve que Dios le atiende a veces, y que otras veces, inexplicablemente, no atiende. En este último caso es cuando sus familiares lo consuelan diciéndole que ”hay que resignarse ante la voluntad de Dios”. Es decir, que todos dan por sentado que la voluntad del Creador es mala. Pero al mismo tiempo, la religión enseña que Dios es nuestro Padre. Un Padre Todo Amor, Bondad, Misericordia. Todo Sabiduría y Eterno. ¿Estás viendo cómo no concuerdan estas dos teorías? ¿Te parece sentido común que un padre todo amor, e infinitamente sabio, pueda sentir y expresar mala voluntad hacia sus hijos? ¡Nosotros, padres y madres mortales, no seríamos jamás capaces de atribular a ningún hijo con los crímenes que le atribuímos a Dios! ¡Nosotros no seríamos capaces de condenar a fuego eterno a una criatura nuestra, por una falta natural de su condición mortal, y consideramos que Dios sí es capaz! Es decir, que sin que nos demos cuenta clara de ello, le estamos atribuyendo a Dios una naturaleza de magnate caprichoso, vengativo, lleno de mala voluntad, pendiente de nuestra menor infracción para atestarnos castigos fuera de toda proporción!
Es natural pensar así cuando nacimos, vivimos ignorando las reglas y las leyes básicas de la vida.
Ya dijimos la razón de nuestras calamidades. LAS PRODUCIMOS CON EL PENSAMIENTO. En esto es que somos “imagen y semejanza” del Creador, Somos creadores. Los creadores, cada cual, de su propia manifestación.
Ahora, ¿por qué es que Dios parece atender a veces, y otras no? Ya verás. La oración es el pensamiento más puro y más alto que se puede pensar. Es polarizar la mente en el grado más altamente positivo. Son vibraciones de luz que lanzamos cuando oramos, o sea, cuando pensamos en Dios. Esas vibraciones tienen que transformar instantáneamente, en perfecto y bello, todas las condiciones oscuras que nos rodean, como cuando se lleva una lámpara a una habitación que esté en tinieblas. Siempre que el que esté orando piense y crea que ese Dios a quien le pide es un Padre amoroso que desea dar todo lo bueno a su hijo. En ese caso, Dios siempre “atiende”. ¿Pero cómo, por lo general, la humanidad tiene la costumbre de pedir así: “Ay, Papá Dios, sácame de este apuro, que yo sé que vas a pensar que no me conviene porque tú quieres imponerme esta prueba”! En otras palabras, ya negó toda posibilidad de recibirlo. Tiene más fe en ese Dios que nos enseñaron, caprichoso, vengativo, lleno de mala voluntad, que no está sino atisbando a que cometamos la primera infracción para atestarnos castigos de una crueldad satánica! Pues el que así pide no recibe sino de acuerdo con su propia imagen de Dios. Es tan sencillo como te lo digo. Ahora no vuelvas a olvidar jamás que la voluntad de Dios para tí es el bien, la salud, la paz, la felicidad, el bienestar, todo lo bueno que Él ha creado. No vuelvas a olvidar jamás que Dios no es ni el juez, ni el policía, ni el verdugo, ni el tirano que te han hecho creer. La Verdad es que Él ha creado siete leyes. Siete Principios que funcionan en todo y siempre. No descansan un solo minuto. Se encargan de mantener el orden y la armonía en toda la Creación. No se necesitan policías en el espíritu. Aquel que no marcha con la ley se castiga él mismo. [LO QUE PIENSAS SE MANIFIESTA, DE MANERA QUE APRENDE A PENSAR CORRECTAMENTE Y CON LA LEY PARA QUE SE MANIFIESTE TODO LO BUENO QUE DIOS QUIERE PARA TÍ].
San Pablo dijo que Dios está más cerca de nosotros que nuestros pies y nuestras manos, más aún que nuestra respiración; de manera que no hay que pedirle a gritos que nos oiga. Basta con pensar en Él para que ya comience a componerse lo que parece estar descompuesto. Él nos creó. Él nos conoce mejor de lo que nos podemos conocer nosotros. Él sabe por qué actuamos de esta o aquella manera, y no espera que nos comportemos como santos cuando apenas estamos aprendiendo a caminar en esta vida espiritual.
Voy a rogarte que no creas nada de lo que te estoy diciendo sin primero comprobarlo. Es tu derecho divino y soberano. No hagas lo que has hecho hasta ahora, aceptar todo lo que oyes y todo lo que ves sin darte la oportunidad de juzgar entre el bien y el mal.

Bibliografía:
Metafísica 4-1 (CONNY MENDEZ)
Título: CRISTIANISMO DINÁMICO
Cap. 1 P.pp. 7 -9
Ed. Octubre 1995

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